Acceso a las figuras de las escenas

Escena I

Capítulo I. Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvido casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aún la administración de su hacienda ...

Escena II

Capítulo III. Prometióle Don Quijote de hacer lo que se le aconsejaba, con toda puntualidad, y así, se dio luego ordén como velase las armas en corral grande que a un lado de la venta estaba; y recogiendolas Don Quijote todas, las puso sobre una pila que junto a un pozo estaba y, embrazando su adarga, asió su lanza, y con gentil continente se comenzó a pasear delante de pila ...

Escena III

Capítulo IV. Y habiendo andado como dos millas, descubrió Don Quijote un gran tropel de gente, que, como después se supo, eran unos mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia. Eran seis, y venián con sus quitasoles, con otros cuatro criados a caballo y tres mozos de mulas a pie ...

Escena IV

Capítulo VI. ¡Ay señor¡ - dijo la sobrina -,. Bien los puede vuestras merced mandar quemar, como a los demás; porque no seria mucho que, habiendo sanado mi señor tio de la enfermedad caballeresca, leyendo éstos se le antojase hacerse pastor y andarse por los bosques y prados cantando, y tañendo, y lo que sería peor, hacerse poeta ...

Escena V

Capítulo VIII. Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiendole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en ristre, arremetió a todo galope de "Rocinante" y embistio con el primer molino ...

Escena VI

Escena VII

Capítulo IX.Y sin esperar más respuesta, picó a "rocinante", y, la lanza baja, arremetió contra el primer fraile, con tanta furia y denuedo, que si el fraile no se dejara caer de la mula, él le hiciera venir al suelo mal de su grado, y aun mal ferido, si no cayera muerto. El segundo religioso, que vio del modo que trataban a su compañero, puso piernas al castillo de su buena mula, y comenzó a correr por aquella campaña, más ligero que el mismo viento.

Escena VIII

Capítulo VII. Se llegaron a Sancho, y, apeándole del asno, uno de ellos entró por la manta de la cama del huésped, y, echándolo en ella, alzaron los ojos y vieron que el techo era algo más bajo de lo que habia menester para su obra, y determinaron salirse al corral, que tenia por limite el cielo .......

Escena IX

Capítulo XVIII. Vuelva vuestra merced, señor Don Quijote; que voto a Dios que son carneros y ovejas los que va a embestir. Vuélvase, ¿desdichado del padre que se engendró¡ ¿Qué locura es ésta? Mire que no hay gigantes ni caballero alguno, ni gatos, ni armas, ni escudos partidos ni enteros, ni veros azules ni endiablados. ¿Qué es lo que hace, pecador soy yo a Dios.

Escena X

Capítulo XXI. El Barbero, que, tan sin pensarlo ni temerlo, vio venir aquella fantasma sobre si, no tuvo otro remedio, para poder guardarse del golpe de la lana, si no fue el dejarse caer del asno abajo; y no hubo tocado el suelo, cuando se levantó más ligero que un gamo, y comenzó a correr por aquel llano, que no lo alcanzara el viento.

Escena XI

Capítulo XXXV. Acudid, señores, presto y socorred a mi señor, que anda envuelto en la más reñida y trabada batalla que mis ojos han visto. ¡Vive Dios, que ha dado una cuchillada al gigante enemigo de la señora princesa Micomicona, que le ha dejado la cabeza cercén, como si fuera un nabo.

Escena XII

Capítulo XIV. Don Quijote. Que le pareció que ya su enemigo veía volando, arrimó reciamente las espuelas a las trasijadas ijadas de "Rocinante", y le hizo aguijar de manera, que cuenta la historia que esta sola vez se conoció haber corrido algo, porque todas las demás siempre fueron trotes declarados, y con esta no vista furia llegó donde el de los Espejos estaba hincando a su caballo las espuelas hasta los botones, sin que le pudiese mover un solo dedo del lugar donde habia hecho estanco de su carrera ...

Escena XIII

Capítulo XVII. En espacio que tardó el leonero en abrir la jaula primera estuvo considerando Don Quijote si seria bien hacer la batalla antes a pie que a caballo, y, en fin, se determinó a hacerla a pie, temiendo que "Rocinante" se espantaría con la vista de los leones.

Escena XIV

Capítulo XLI. Parecióle a Don Quijote que cualquiera cosa que replicare acerca de su seguridad sería poner en detrimento su valentía, y así, sin más altercar, subió a "clavileño" y le tentó la clavija, que fácilmente se rodeaba; y como no tenía estribos, y se colgaban las piernas, no parecía sino figura de tapiz flamenco, pintada o tejida en algún romano triunfo

Escena XV

Capítulo XLVII. Subió a caballo, y también su amigo el barbero, con sus antifaces, porque no fuesen luego conocidos de Don Quijote, y pusiéronse a caminar tras el carro y a la orden que llevaba era ésta, iba primero el carro, guiandole su dueño; a los dos lados iban los cuadrilleros, como se ha dicho, con sus escopetas; seguía luego Sancho Panza sobre su asno, llevando de rienda a "Rocinante" ...